Canción al estilo de Kabir[18]
Leve peso era el mundo entre sus manos,
insoportable carga sus riquezas:
al guddee ha preferido la mortaja
y cual bairagi[19] vaga por la tierra.
No posa ya sus pies en otra alfombra
que el polvo del camino, aquel que lleva
á Delhi, y en el cual sólo le guardan
el sal y el kikar cuando el sol le quema.
Su casa es el lugar en que reposa,
ya entre las gentes ó en desiertos duerma,
y él prosigue su vía, aquella vía
de perfección con que el bairagi sueña.
Ha clavado en el Hombre su mirada
y ha visto clara la verdad entera:
un Dios hubo, un Dios hay: no más que uno
Kabir, el gran Kabir, dijo que hubiera.
Todo el problema de la acción lo mira
cual leve nube, no cual ancha niebla
roja, extendida, como en otro tiempo...
y él vaga, cual bairagi, por la tierra.
Quiere aprender á amar á sus hermanos
el césped, y Dios mismo, y aun las fieras:
deja el poder y la mortaja toma:
(¿no oís, dice Kabir?)—bairagi queda.
