An-gutivaun taina
(Lo que sigue es traducción muy libre de la «Canción del Cazador que regresa», según los hombres solían cantarla después de perseguir á las focas. El inuit repite siempre mil veces lo mismo).
Endurecidos por la sangre helada
nuestros guantes están, y por la nieve
que en montones se junta sobre el suelo
nuestros trajes de pieles.
De cazar focas regresamos... focas
que en los bancos de hielo vivir suelen.
¡Au jana! ¡Aua!... ¡Oha! ¡Haq! Veloces
pasan trineos que volar parecen,
y al chasquido de látigos, los perros,
ladrando, al hogar vuelven.
De cazar focas regresamos... focas
que en los bancos de hielo vivir suelen.
Nosotros las seguimos paso á paso
á nuestras focas que se esconden siempre,
y al oir que escarbaban bajo tierra,
tendidos en la nieve,
las acechamos y al salir, la lanza
les arrojamos, como tantas veces...
así... y así... de tal manera hiriendo,
matando de tal suerte.
La sangre helada nuestros guantes cubre,
pésanos en los párpados la nieve...
pero á la esposa y al hogar volvemos
de los hielos perennes.