El libro de las tierras vírgenes

Cántico de Darzee en honor de Rikki-tikki-tavi

Soy pájaro y tejedor,
dobles son mis alegrías:
gozo al cruzar por los aires,
gozo al tejer mi casita.

Sube y baja el compás de mi canto,
sube y baja mi casa que oscila.

Alza la frente y entona
¡oh madre! tu cancioncilla;
ya no existe nuestro azote,
ya ha muerto la Muerte misma.

Sobre el polvo y estiércol se pudre
la que oculta entre rosas vivía.

¿Quién de ella nos ha librado?
Que su nombre se repita:
Rikki, la valiente, ha sido,
de ojos que cual ascuas brillan.

Rikki-tikki, de dientes ebúrneos,
Rikki-tik, de mirada encendida.

Que le den gracias las aves
con sus colas extendidas,
bajas las frentes, cantando
cual ruiseñor cantaría.

Pero no, que yo soy quien la canta.
¡Escuchad mi alabanza á la invicta!...

(Aquí interrumpió Darzee su canción, y el resto de ella se ha perdido.)

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