DON JOSÉ DE ESPRONCEDA
76. Himno de la Inmortalidad
¡Salve, llama creadora del mundo,
Lengua ardiente de eterno saber,
Puro germen, principio fecundo
Que encadenas la muerte a tus pies!
Tú la inerte materia espoleas,
Tú la ordenas juntarse y vivir,
Tú su lodo modelas, y creas
Miles seres de formas sin fin.
Desbarata tus obras en vano
Vencedora la muerte tal vez;
De sus restos levanta tu mano
Nuevas obras triunfante otra vez.
Tú la hoguera del sol alimentas,
Tú revistes los cielos de azul,
Tú la luna en las sombras argentas,
Tú coronas la aurora de luz.
Gratos ecos al bosque sombrío,
Verde pompa a los árboles das,
Melancólica música al río,
Ronco grito a las olas del mar.
Tú el aroma en las flores exhalas,
En los valles suspiras de amor,
Tú murmuras del aura en las alas,
En el Bóreas retumba tu voz.
Tú derramas el oro en la tierra
En arroyos de hirviente metal;
Tú abrillantas la perla que encierra
En su abismo profundo la mar.
Tú las cárdenas nubes extiendes,
Negro manto que agita Aquilón;
Con tu aliento los aires enciendes,
Tus rugidos infunden pavor.
Tú eres pura simiente de vida,
Manantial sempiterno del bien;
Luz del mismo Hacedor desprendida,
Juventud y hermosura es tu ser.
Tú eres fuerza secreta que el mundo
En sus ejes impulsa a rodar,
Sentimiento armonioso y profundo
De los orbes que anima tu faz.
De tus obras los siglos que vuelan
Incansables artífices son,
Del espíritu ardiente cincelan
Y embellecen la estrecha prisión.
Tú en violento, veloz torbellino
Los empujas enérgica, y van;
Y adelante en tu raudo camino
A otros siglos ordenas llegar.
Y otros siglos ansiosos se lanzan,
Desparecen y llegan sin fin,
Y en su eterno trabajo se alcanzan,
Y se arrancan sin tregua el buril.
Y afanosos sus fuerzas emplean
En tu inmenso taller sin cesar,
Y en la tosca materia golpean,
Y redobla el trabajo su afán.
De la vida en el hondo Oceáno
Flota el hombre en perpetuo vaivén,
Y derrama abundante tu mano
La creadora semilla en su ser.
Hombre débil, levanta la frente,
Pon tu labio en su eterno raudal;
Tú serás como el sol en Oriente,
Tú serás como el mundo, inmortal.
77. Canción del Pirata
Con diez cañones por banda,
Viento en popa a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman,
Por su bravura, el Temido,
En todo mar conocido
Del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;
Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul,
«Navega, velero mío,
Sin temor;
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta, ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.
»Veinte presas
Hemos hecho
A despecho
Del inglés,
Y han rendido
Sus pendones
Cien naciones
A mis pies.»
Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.
«Allá muevan feroz guerra
Ciegos reyes
Por un palmo más de tierra:
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío,
A quien nadie impuso leyes.
»Y no hay playa,
Sea cualquiera,
Ni bandera
De esplendor,
Que no sienta
Mi derecho,
Y dé pecho
A mi valor.»
Que es mi barco mi tesoro...
«A la voz de “¡barco viene!”
Es de ver
Cómo vira y se previene
A todo trapo escapar;
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.
»En las presas
Yo divido
Lo cogido
Por igual:
Solo quiero
Por riqueza
La belleza
Sin rival.»
Que es mi barco mi tesoro...
«¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
No me abandone la suerte
Y al mismo que me condena,
Colgaré de alguna entena,
Quizá en su propio navío.
»Y si caigo,
¿Qué es la vida?
Por perdida
Ya la di,
Cuando el yugo
Del esclavo,
Como un bravo,
Sacudí.»
Que es mi barco mi tesoro...
«Son mi música mejor
Aquilones:
El estrépito y temblor
De los cables sacudidos,
Del negro mar los bramidos
Y el rugir de mis cañones
»Y del trueno
Al son violento
Y del viento
Al rebramar,
Yo me duermo
Sosegado,
Arrullado
Por el mar.»
Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria, la mar.