Las cien mejores poesías (lí­ricas) de la lengua castellana

DON JUAN MELÉNDEZ VALDÉS

64. Rosana en los fuegos

Del sol llevaba la lumbre,

Y la alegría del alba,

En sus celestiales ojos

La hermosísima Rosana,

Una noche que a los fuegos

Salió la fiesta de Pascua

Para abrasar todo el valle

En mil amorosas ansias.

Por do quiera que camina

Lleva tras sí la mañana,

Y donde se vuelve rinde

La libertad de mil almas.

El céfiro la acaricia

Y mansamente la halaga,

Los Amores la rodean

Y las Gracias la acompañan.

Y ella, así como en el valle

Descuella la altiva palma

Cuando sus verdes pimpollos

Hasta las nubes levanta;

O cual vid de fruto llena

Que con el olmo se abraza,

Y sus vástagos extiende

Al arbitrio de las ramas;

Así entre sus compañeras

El nevado cuello alza,

Sobresaliendo entre todas

Cual fresca rosa entre zarzas.

Todos los ojos se lleva

Tras sí, todo lo avasalla;

De amor mata a los pastores

Y de envidia a las zagalas.

Ni las músicas se atienden,

Ni se gozan las lumbradas;

Que todos corren por verla

Y al verla todos se abrasan.

¡Qué de suspiros se escuchan!

¡Qué de vivas y de salvas!

No hay zagal que no la admire

Y no se esmere en loarla.

Cuál absorto la contempla

Y a la aurora la compara

Cuando más alegre sale

Y el cielo de su albor baña;

Cuál al fresco y verde aliso

Que crece al margen del agua,

Cuando más pomposo en hojas

En su cristal se retrata;

Cuál a la luna, si muestra

Llena su esfera de plata,

Y asoma por los collados

De luceros coronada.

Otros pasmados la miran

Y mudamente la alaban,

Y cuanto más la contemplan

Muy más hermosa la hallan.

Que es como el cielo su rostro

Cuando en la noche callada

Brilla con todas sus luces

Y los ojos embaraza.

¡Ay, qué de envidias se encienden!

¡Ay, qué de celos que causa

En las serranas del Tormes

Su perfección sobrehumana!

Las más hermosas la temen,

Mas sin osar murmurarla;

Que como el oro más puro

No sufre una leve mancha.

Bien haya tu gentileza,

Una y mil veces bien haya,

Y abrase la envidia al pueblo,

Hermosísima aldeana.

Toda, toda eres perfecta,

Toda eres donaire y gracia,

El amor vive en tus ojos

Y la gloria está en tu cara.

La libertad me has robado,

Yo la doy por bien robada,

Mas recibe el don benigna

Que mi humildad te consagra.

Esto un zagal la decía

Con razones mal formadas,

Que salió libre a los fuegos

Y volvió cautivo a casa.

Y desde entonces perdido

El día a sus puertas le halla;

Ayer le cantó esta letra

Echándole la alborada:

Linda zagaleja

De cuerpo gentil,

Muérome de amores

Desde que te vi.

Tu talle, tu aseo,

Tu gala y donaire,

No tienen, serrana,

Igual en el valle.

Del cielo son ellos

Y tú un serafín:

Muérome de amores

Desde que te vi.

De amores me muero,

Sin que nada baste

A darme la vida

Que allá te llevaste,

Si ya no te dueles

Benigna de mí;

Que muero de amores

Desde que te vi.