Noli me tángere Novela Tagala, Edición completa con notas de R. Sempau

Noli me tángere

Noli me tángere
Novela Tagala

Qué, ¿no podría César presentarse

En vuestras tablas y un heroico Aquiles,

Un Orestes ó Andrómaca mostrarse?

¡Quia! Si no vemos más que concejiles

Personas, curas, frailes, secretarios,

Mercaderes, soldados, alguaciles.

Dime: ¿qué pueden tales perdularios

Pensar ó hacer? ¡Para esos hombres viles

Sólo ocurren sucesos ordinarios!

Schiller: La sombra de Shakespeare.

BARCELONA
Casa Editorial Maucci.—Mallorca, 226 y 228 Buenos Ayres
Maucci Hermanos
Cuyo, 1070México
Maucci Hermanos
1.a del Relox, 1
1902

José Rizal y Mercado

Nació en Calamba é hizo sus primeros estudios en Manila, donde publicó sus poesías juveniles. Tenía sólo trece años cuando dió al teatro un melodrama en verso que llevaba por título: Junto al Pásig, y después de esta producción, favorablemente acogida por el público y la prensa, escribió una oda A la Juventud filipina y una loa denominada El Consejo de los Dioses, dedicada á conmemorar el centenario de Cervantes.

Discípulo de los jesuítas, recibió de éstos educación esmerada, con que se acrecentó su natural ingenio. En 1882, siendo aún muy joven, pasó á España y cursó la carrera de médico y la de Filosofía y Letras.

Poco después, visitó las principales poblaciones de Europa y se entregó con ardor al estudio de la filología. Conocedor de algunas lenguas clásicas, quiso aprender los principales idiomas europeos, y merced á su aplicación, su claro entendimiento y sus viajes, salió airoso de su intento. Poseyó, además del tagalo, su lengua materna, el español y el ilocano, aunque este último no le fué nunca familiar como el primero.

No conoció la pereza. En las horas que su profesión de médico le dejaba libres, pintaba y esculpía. Su habilidad de escultor era muy notable, y, según Blumentritt, revelaba verdadera vocación de artista, encariñado con la improductiva y hermosa labor.

Vivió sucesivamente en París, Bruselas, Berlín, Londres, Gante y las principales ciudades del Rhin, flores abiertas al lado de las fecundas aguas. También se detuvo en Italia y cruzó los lagos de Suiza, que parecen reflejar en sus ondas la alegría y la pureza del cielo del Mediodía.

En 1890, después de su viaje al Japón, volvió á Madrid y con Marcelo del Pilar y otros filipinos publicó La Solidaridad, periódico consagrado á la defensa de los intereses del Archipiélago. Su vigorosa campaña, sólo secundada por algunos liberales, no mereció la aprobación de los políticos en general, y, desalentado, se marchó á Bélgica, fijando otra vez su residencia en la ciudad de Gante, donde publicó un libro titulado El Filibusterismo.

Desde Gante envió á La Solidaridad algunos bien escritos artículos que le acreditaban de audaz polemista y distinguido literato, y allí corrigió las notas destinadas á la nueva edición del curioso libro de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas, reimpreso en París.

Pero el dulce recuerdo del país natal no le abandonaba un solo instante: en Filipinas vivía su amada, allí tenía sus parientes y amigos que le llamaban sin cesar, deseosos de abrazarle, y por su desgracia partió, en el punto en que estallaba la sangrienta revuelta de Calamba, suceso inesperado que le obligó á detenerse en Hong-Kong.

Meses después, desoyendo los consejos de sus paisanos y los requerimientos de la prudencia, fiado en la decantada lealtad española, nada menos que partió á Manila y fué detenido al llegar, no obstante el salvoconducto que llevaba, refrendado por el Capitán general del Archipiélago.

Se le envió desterrado á Dapitán (Mindanao) y se le prohibió toda comunicación con sus partidarios, á la vez que la autoridad local le sometía á la más escrupulosa vigilancia. Esta incomunicación no impidió que, cuatro años más tarde, al declararse la insurrección por él prevista, se le procesase militarmente y se le condujese á Manila.

En Septiembre de 1896 vino á Barcelona, recomendado á la benevolencia de las autoridades militares por el general Blanco, que noblemente quería arrancarle al poder de sus enemigos. Pero éstos, que eran los más fuertes y se obstinaban en perderle, resueltos á lograr la muerte del patriota filipino, pidieron nuevo Consejo de guerra y Rizal no tuvo más remedio que volver á Manila.

El tribunal militar, en vista de los datos aportados al juicio, desestimó las pruebas aducidas por el defensor, y no reconoció, ó no pudo reconocer la inocencia del procesado, que desde hacía muchos años estaba materialmente imposibilitado para conspirar ó preparar una revuelta, y que, en sus libros ó de palabra, había demostrado el inmenso amor que sentía por España.

El día 30 de Diciembre, al despuntar el alba, ofreció su vida á la patria, en aquel campo de Bagumbayan donde Burgos y sus compañeros derramaran con placer su sangre rebelde, que tan cara hemos pagado con la sangre de nuestros soldados y el dinero de nuestros mercaderes.


Noli me tángere es un libro imperfecto, muy agradable, ingenuo, romántico, notable por su valentía, en el que están retratados de cuerpo entero los hombres á quienes debemos la pérdida de todas las colonias.

Escrito para los indios que debían leerle en tagalo, ilocano y visayo, tiene la sencillez de un relato más sentimental que artístico; y su mérito consiste en haber sido publicado oportunamente, cuando era necesario que al combate precediese la advertencia, inspirada en nobles deseos y dirigida á un adversario más corajudo y más obcecado que leal.

No sabemos si la sinceridad patriótica que resplandece en la obra de Rizal desarmará á sus detractores. En todo caso conviene advertir que este libro no es para leído ante un Consejo de guerra. Contiene afirmaciones que deben ser meditadas y alusiones que no pueden ser comprendidas por la justicia militar. Acaso el españolismo de los españoles esté reñido con el de Rizal. Eso consiste en que los poetas no piensan ni sienten como los demás hombres. Si Rizal no fué español al uso, sus razones tendría para ello. ¿Acaso nosotros hemos sido filipinos más que para devastar y ensangrentar el Archipiélago?

Geógrafos eminentes creen que la dominación española ha sido más tolerable que un protectorado holandés ó inglés.

En efecto, somos demasiado perezosos para ser crueles, y no sacamos la espada más que en los casos de apuro, cuando ya fuera mejor dejarla quieta al cinto. Esta indolencia es la causa de las desgracias que nos afligen. Hemos descuidado siempre el lado utilitario de una conquista para aceptar tan sólo las místicas ventajas que ésta nos ofrecía. Somos los conquistadores que, en nombre del Señor, toman posesión de una tierra inculta y no se dignan mejorarla.

Nuestra candidez nos valdrá los elogios que, por pura fórmula, se consignan en una Geografía. Y se dirá de nosotros que tenemos el mejor método de colonización, el cual consiste en no colonizar, y que podíamos haber conservado todas las posesiones con sólo prescindir por un instante del Altísimo, ó lo que es igual, de sus frailes.

Sin contar con que, en lo concerniente á la lisonjera afirmación de nuestra bondad, podría hacerse más de un distingo, pues no hay que olvidar que los últimos gobernadores de las colonias se han mostrado tan severos como Simón de Anda, sin imitarle en las cosas buenas que supo hacer.

Mi último pensamiento

Poesía escrita por Rizal la víspera de su muerte.

¡Adiós, patria adorada, región del sol querida!

Perla del mar de Oriente, nuestro perdido edén;

á darte voy alegre la triste, mustia vida.

Si fuera más brillante, más fresca, más florida,

también por tí la diera, la diera por tu bien.

En campos de batalla, luchando con delirio,

otros te dan sus vidas, sin dudas, sin pesar;

el sitio nada importa: ciprés, laurel ó lirio,

cadalso ó campo abierto, combate ó cruel martirio,

lo mismo es, si la piden la patria y el hogar.

Yo muero cuando veo que el cielo se colora

y al fin anuncia el día tras lóbrego capuz;

si grana necesitas para teñir tu aurora,

vierte la sangre mía, derrámala en buen hora,

y dórela un reflejo de tu naciente luz.

Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente;

mis sueños cuando joven, ya lleno de vigor,

fueron el verte un día, joya del mar de Oriente,

secos los negros ojos, alta la tersa frente,

sin ceños, sin arrugas ni manchas de rubor.

¡Ensueño de mi vida, mi ardiente y vivo anhelo!

¡Salud! te grita el alma que pronto va á partir.

¡Salud!... ¡Oh! ¡que es hermoso caer por darte vuelo,

morir por darte vida, morir bajo tu cielo,

y en tu encantada tierra la eternidad dormir!

Si sobre mi sepulcro vieses brotar un día,

entre la espesa hierba, sencilla, humilde flor,

acércala á tus labios, que es flor del alma mía,

y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría,

de tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.

Deja á la luna verme con luz tranquila y suave,

deja que el alba envíe su resplandor fugaz;

deja gemir al viento con su murmullo grave,

y si desciende y posa sobre mi cruz un ave,

deja que el ave entone un cántico de paz.

Deja que el sol ardiente las lluvias evapore

y al cielo tornen puras con mi clamor en pos;

deja que un ser amigo mi fin temprano llore;

y en las serenas tardes, cuando por alguien ore,

ora también ¡oh patria! por mi descanso á Dios.

¡Ora por todos cuantos murieron sin ventura;

por cuantos padecieron tormentos sin igual,

por nuestras pobres madres, que lloran su amargura;

por huérfanos y viudas, por presos en tortura,

y porque pronto veas tu redención final!

Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio,

y sólo restos yertos queden velando allí,

no turbes el reposo, no turbes el misterio;

pero si acordes oyes de cítara ó salterio,

soy yo, querida patria, yo que te canto á tí.

Y cuando ya mi tumba, de todos olvidada,

no tenga cruz, ni piedra que marquen su lugar,

deja que la are el hombre, que la esparza la azada,

que todas mis cenizas se vuelvan á la nada,

y en polvo de tu alfombra se vayan á formar.

¡Entonces nada importa me pongas en olvido!

Tu atmósfera, tus campos, tus valles cruzaré;

vibrante y limpia nota seré para tu oído;

aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido,

constante repitiendo la esencia de mi fe!

¡Mi patria idolatrada, dolor de mis dolores;

querida Filipinas, oye el postrer adiós!

Ahí te dejo todo: ¡mis padres, mis amores!

¡voy á do no hay esclavos, verdugos ni opresores,

donde la fe no mata, donde el que reina es Dios!

¡Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía,

amigos de la infancia en el perdido hogar!

Dad gracias; ya descanso del fatigoso día.

¡Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría!

¡Adiós, queridos seres!... ¡Morir es descansar!

Hoy, 30 de Diciembre de 1901, hace cinco años que cayó en Manila bajo el plomo de los soldados de España, víctima del encono de sus enemigos, el apóstol de la libertad de Filipinas, verdadero mártir de la causa de su patria.

Hé aquí como describe un periodista español aquel tristísimo suceso:

«Todavía se cometió otro delito más grave de lesa humanidad. Al caer el infeliz reo, atravesado el corazón por la espalda, en medio de aquel tenebroso cuadro formado por miles de españoles, entre los que se destacaban elegantes mujeres, cual impúdicas damas de la bárbara Roma en una fiesta del Coliseo, al sonar la mortífera descarga y dar en tierra aquel endeble cuerpo sobre el paseo de la Luneta, una exclamación general de vivas y bravos fué la única y piadosa oración cristiana, que elevaron al cielo tantos espectadores.»

El Dr. Rizal fué asistido en la capilla por sus antiguos profesores los P. P. Faura, Villaclara y Viza, y el misionero P. Balaguer, á quien había conocido durante su destierro en Dapitán. A la mañana siguiente despidióse de su septuagenaria y desconsolada madre y de su hermana, casóse con su fiel compañera la irlandesa Josefina Brocken, escribió á su hermano, compuso una poesía y preparóse para ir al fusilamiento.

Entre un piquete de artilleros, y asistido por los padres March y Villaclara, salió de la fortaleza de Santiago á las siete de la mañana; al entrar en el cuadro despidióse de su defensor con un apretón de manos, y puesto de frente á los soldados indígenas encargados de la ejecución, pretendió morir cara á cara, mas seguro de que habían de herirle por la espalda, recomendó lo hicieran al corazón, y exclamando «Consummatum est», recibió la descarga, dió media vuelta, vaciló un poco, y cayó sobre el costado derecho en un escalón de la Luneta, y junto á un grupo de arbustos. Un tiro de gracia le remató en seguida, quedando ilesa su cabeza y con los ojos abiertos.

(De La Correspondencia, de Puerto Rico).

A mi patria

Regístrase en la historia de los padecimientos humanos un cáncer de un carácter tan maligno, que el menor contacto le irrita y despierta en él agudísimos dolores. Pues bien, cuantas veces en medio de las civilizaciones modernas he querido evocarte, ya para acompañarme de tus recuerdos, ya para compararte con otros países, siempre se me presentó tu querida imagen con un cáncer social parecido.

Deseando tu salud que es la nuestra, y buscando el mejor tratamiento, haré contigo lo que con sus enfermos los antiguos: exponíanlos en las gradas del templo, para que cada persona que viniese á invocar á la Divinidad les propusiese un remedio.

Y á este fin, trataré de reproducir fielmente tu estado sin contemplaciones; levantaré parte del velo que encubre el mal, sacrificando á la verdad todo, hasta el mismo amor propio, pues, como hijo tuyo, adolezco también de tus defectos y flaquezas.

Europa 1886.

El Autor